lunes, 14 de abril de 2014

Semana Santa, Teresa y unas cuantas de romanos

Me siento "togada", no paro de leer y mirar documentales sobre la vida en la Antigua Roma (recomiendo los de Mary Beard, profesora en Cambridge), vuelvo a revisionar "Yo Claudio" por cuarta vez y me propongo hasta cocinar placentas - que nadie se me asuste, es el nombre dado a un pastel de queso que se hacía en la Roma imperial

Y es que se acerca la fiesta grande del cristianismo, Semana Santa y Pascua (aunque todos, creyentes y gentiles, nos emocionemos más con la Navidad), y vuelve el pasado a mi mente, a esas vacaciones que pasaba en mi pueblo, y sobretodo lo muchísimo que disfrutaba de las procesiones y de ver todas esas películas y series ambientadas en época de Jesús, y claro, pues ahí estaban los romanos!

Quo Vadis, la serie Jesus de Nazareth (culpable de que en mi imaginario Robert Powell sea la cara de Jesús, aunque un poco demasiado serio, pero viniendo la que se le venía tampoco era cuestión de mucha risa); La túnica sagrada, Rey de Reyes y siempre, delante de todas, mi debilidad absoluta en el cine y una actuación magnífica, sobretodo la de el protagonista, ya que no ha habido  ni habrá jamás un BEN HUR como Charlton Heston






- y también me encanta porque a Jesús no se le ve la cara en ningún momento y tiene escenas con un colorido y fotografía  de cuadros barroco, y esa carrera de cuádrigas que me atrevo a decir es el primer recuerdo (o de los primeros) cinematográficos de mi infancia , y como no, esa maravillosa banda sonora de Rozsa



Y en estos días más que nunca, recuerdo a mi abuela Teresa, con la que veía todas estas series y películas y hablábamos y hablábamos, y yo le explicaba quién era quien y gracias a ella daba rienda suelta a mi pasión por la historia comentándole todo lo que iba aprendiendo -la relación entre la Pascua judía y la cristiana, cómo Roma gobernaba más de medio mundo conocido entonces, dónde estaba la ciudad de Jesús etc  y es que ella hasta el final siempre fue una ávida estudiante de todo, todo lo quería aprender (estuvo trabajando desde los 4 años, no fue al colegio, aprendió a escribir y leer prácticamente ella sola y fue de las pocas que decidió tener solo na hija a la que mandar a estudiar para que fuera independiente, que esperar a que se casara, eso en plena posguerra española - pero es otra historia - y que intentó ser independiente en todo hasta con 70 años y dos operaciones de cataratas plantearse muy seriamente tener un coche para ella sola)

Ir con ella a las procesiones del pueblo, para nada esas grandiosas y tan espectaculares y sonadas como las de Sevilla, sino unas pequeñas, más humildes pero igual de arrobadas y emocionante; diría que hasta más sentidas sin tanta saeta ni turista; intentar adivinar a las amigas que iban vestidas escoltando los pasos y saludarlas; rezar, pensar, emocionarse





Hacer croquetas de bacalao para los viernes con ella, y las torrijas, los buñuelos y  estallarnos los huevos duros de las monas en la frente, comerlas merendando con chocolate caliente o acompañandolas de unas longanizas duritas y secas esperando luego quedar con las amigas y comentar con ella cómo lo había pasado y que ella me contara que eran un encanto y "molt bones xiquetes", muy buenas niñas, y verla tan contenta por mí y conmigo, quedarme medio durmiendo con ella en el sofá y luego irnos las dos a la cama esperando repetir una rutina pascuera que es sinceramente, lo que más añoro de España y la melancolía que más me duele

Las Semanas Santas ya no son lo que eran sin mi yaya, y es cuando más cerca la tengo, sobretodo cuando veo una de romanos

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